Bienestar social a través del diseño

El diseño social está transformando el futuro de la sanidad

¿Qué es el diseño? Algunos dirían que diseñar o lo que hacen los diseñadores es construir un prototipo para un nuevo dispositivo doméstico, mientras que otros podrían definirlo como el desarrollo de los esquemas de página para la interacción de usuarios en una aplicación de viajes, la composición de un póster para una marca de perfumes, la creación de una nueva señalética para un hospital o la reconstrucción del casco antiguo de una ciudad.

Pero yo prefiero que la pregunta sea otra: ¿Por qué diseñamos?

El diseño, en todas sus formas, ha sido tradicionalmente una transacción reactiva; responde a un encargo planteado por un cliente que lo único que suele buscar es aumentar su propio beneficio. Del diseñador se espera que se limite a incorporar una cualidad estética y atractiva a un producto, a un servicio o a un entorno.

El proceso estratégico que hay detrás de un diseño tiende a quedar oculto tras el resultado deslumbrante y efectista conseguido por el diseñador. Pero el diseño no es únicamente embellecer una creación. Es un proceso motivado por un propósito destinado a encontrar una solución relevante a un problema complejo existente.

La vida cotidiana está llena de desafíos que pueden ser (y son) abordados a través del diseño. Pero, ¿qué pasa en el ámbito social? ¿Cuál es el papel del diseño a la hora de crear un mundo mejor?

El mundo se enfrenta actualmente a una cantidad cada vez mayor y más compleja de problemas sociales por resolver. Envejecemos rápido y vivimos alejados de nuestros seres queridos. En España, más de 850.000 personas mayores de 80 años viven solas, 112.000 más que hace 5 años, según el Instituto Nacional de Estadística del mes pasado. Las desigualdades socioeconómicas dejan a los más vulnerables en situación de riesgo y la soledad es un fenómeno que va en aumento. 

Mientras tanto, según Lynda Gratton y Andrew Scott, autores del libro The 100-Year Life – Living and Working in an Age of Longevity (La vida de los 100 años: vivir y trabajar en la era de la longevidad), la esperanza de vida ha aumentado de forma constante durante décadas y, sin embargo, seguimos estructurando nuestras vidas de la misma manera en que lo hacían nuestros padres y abuelos. ¿Sabíais que las previsiones indican que el 50 % de los bebés nacidos en 2007 vivirán una media de 104 años?

Ante esta situación, creo que ya es hora de que el diseño adopte una actitud más proactiva y responsable ante los cambios y retos a los que se enfrenta nuestra sociedad. Como diseñadores, no podemos limitarnos a esperar a ser interpelados para solucionar los problemas que se presentan, sino que hay que anticipar las cuestiones apropiadas y facilitar la colaboración con diferentes profesionales para encontrar soluciones concluyentes a largo término.

 El diseño, los diseñadores y las disciplinas relacionadas con el diseño tienen mucho que ofrecer cuando se trata de desentrañar la complejidad que conllevan los desafíos sociales por resolver, pero sería demasiado presuntuoso pensar que podemos hacer esto solos.

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Showcooking con pacientes de cáncer, chefs y profesionales médicos en Onkologikoa Living Lab. Foto © fuelfor

Después de trabajar como diseñadora para el sistema sanitario y social durante veinte años, me di cuenta de que los cuidados deberían ser una experiencia equitativa, proactiva y compasiva, accesible a todo el mundo; una práctica que debería formar parte integral de nuestra vida cotidiana, que atañe tanto a instituciones públicas como organizaciones privadas, y que incluye la interacción entre profesores y niños, médicos y pacientes, trabajadores sociales y clientes, concejales y ciudadanos, padres y abuelos.

Cuidar a otras personas es una cualidad humana esencial integrada en los sistemas de sanidad, asistencia social y educación desde la industrialización. Pero lo cierto es que estas estructuras sociales se idearon para que fueran rentables en términos de tiempo y dinero, sin tener en cuenta el ejercicio de los cuidados e ignorando sentimientos como la empatía y la compasión.

Esta es la razón por la que hace dos años decidí fundar The Care Lab, una plataforma colaborativa de activistas que busca transformar los cuidados a través del diseño centrado en el ser humano. Estos son sus principios fundamentales:

Diseño que revela la condición humana

Resulta esencial diseñar ecosistemas escuchando atentamente las historias de las personas. Nuestro proyecto Who Cares? consistió en proporcionar herramientas para que los cuidadores en Singapur pudieran expresar sus ideas, de modo que el sistema de apoyo que proporcionan a la sociedad pudiera ser rediseñado e integrado dentro del sistema. De forma similar, el equipo Participle, a través de su proyecto Life Programme, creó en el Reino Unido un marco para la discusión y unas herramientas para que los asistentes sociales que se ocupan de familias vulnerables pudieran reflexionar conjuntamente, después de darse cuenta de que dedicaban un 74 % de su tiempo a trabajo administrativo y solo un 14 % a la atención personalizada de sus clientes. 

A Caregiver from Who Cares? Un Proyecto con NCSS Singapore. Foto © NCSS Singapore y fuelfor

A Caregiver from Who Cares? Un Proyecto con NCSS Singapore. Foto © NCSS Singapore y fuelfor

Diseño como un acto colaborativo 

Las complejas cuestiones sociales a las que nos enfrentamos hoy en día deben abordarse desde un enfoque multidisciplinar. Para conseguir mejores soluciones de diseño, es básico que oncólogos y pacientes, profesores y estudiantes, políticos y ciudadanos trabajen conjuntamente. Los Living Labs de Onkologikoa en San Sebastián y del Hospital Clínic de Barcelona son buenos ejemplos de esta coordinación. Ambas instituciones están creando espacios donde pacientes, cuidadores, ciudadanos y profesionales de la sanidad colaboran para repensar y mejorar la calidad de los cuidados que están dando y recibiendo.

Raising Places en los Estados Unidos, un programa de Greater Good Studio para promocionar el bienestar a través de iniciativas comunitarias destinadas a niños en situación de riesgo, es un caso emocionante que muestra como la cocreación puede ayudar a redefinir las relaciones y a equilibrar las desigualdades. Trabajar juntos y romper con los papeles sociales preconcebidos significa entender mejor el problema, tener una visión más realista de las necesidades humanas y alcanzar una solución más empática donde todo el mundo gane.

Bite Size Future: Juego de conversación sobre el final de la vida, de Hospitable Hospice. Foto © fuelfor

Bite Size Future: Juego de conversación sobre el final de la vida, de Hospitable Hospice.  Foto © fuelfor

Diseño que expresa intención

El diseño tiene el poder de redefinir las conversaciones sobre asuntos sociales como la muerte, el envejecimiento y la salud mental. Crear nuevos espacios y herramientas que faciliten estas conversaciones ayudará a los profesionales sanitarios a empatizar con las necesidades de las personas.

Lien Foundation en Singapur, por ejemplo, defiende, junto con Lekker Architects, un nuevo concepto de guardería que sea más inclusiva y conectada con la naturaleza. Por su parte, el proyecto Hospital Hospice, con Bite Size Future transforma la manera en que las personas se enfrentan a la muerte replanteando las conversaciones sobre el final de la vida con un juego en cuyo diseño tuvimos ocasión de colaborar.

Cuando los diseñadores nos salimos de los límites del encargo y logramos comprender por qué diseñamos en vez de preguntarnos qué es lo que diseñamos es cuando conseguimos transformar los cuidados en varios niveles: desde las políticas y la infraestructura hasta los servicios, herramientas o la formación. Cuando trabajamos como activistas del diseño, el impacto se vuelve más amplio y más sistémico.

Este artículo se ha escrito con motivo de la mesa redonda ‘The Future of Care, rethinking Care for a 100-year life ‘, que tendrá lugar el próximo 24 de abril en Roca Barcelona Gallery.

Imagen principal: Un residente de la tercera edad dando consejos a unas enfermeras en prácticas en el Hospitable Hospice. Foto © Lien Foundation, Ang Chin Moh Foundation and Fuelfor